
Guacamayo verde
Ara militaris

El guacamayo verde en el zoológico de Martinica
El guacamayo verde (Ara militaris) es uno de los grandes loros icónicos de América Latina. Es reconocible por su plumaje verde, con toques rojos en la frente y azules en las alas. Su pico grande y robusto se adapta perfectamente a la apertura de tuercas resistentes, como El guacamayo azul.
Clasificado como Vulnerable (VU) por la UICN, el guacamayo verde está viendo disminuir su número en varias regiones. La deforestación, la fragmentación de los bosques y la caza furtiva están debilitando permanentemente sus poblaciones. Al igual que el Tandoir O el jaguar, depende de territorios vastos y continuos para garantizar su ciclo de vida.
En estado salvaje, frecuenta una variedad de ambientes. Se encuentra en las selvas tropicales, pero también en áreas más secas o montañosas. Algunas poblaciones viven a una altitud de más de 2.000 metros, donde los árboles altos y los acantilados ofrecen sitios de descanso y reproducción adecuados.
Su dieta se basa principalmente en frutas, semillas, frutos secos y brotes jóvenes. Al recorrer largas distancias para alimentarse, el guacamayo verde participa activamente en la dispersión de semillas, una función ecológica esencial que también desempeñan especies arbóreas como el mono arlebone de cara roja.
En el zoológico de Martinica, el guacamayo verde forma parte de un programa educativo dedicado a las aves tropicales. Proporciona una mejor comprensión de los problemas de conservación relacionados con los loros grandes y la preservación de los bosques neotropicales.















Quelques anecdotes

Sitios de anidación muy específicos
El guacamayo verde elige cuidadosamente sus zonas de reproducción. A menudo anida en cavidades naturales, ubicadas en árboles altos y centenarios o en acantilados escarpados. Estos sitios ofrecen una mayor seguridad, pero su rareza limita gravemente las oportunidades de reproducción.

Un ciclo reproductivo lento
La especie se reproduce lentamente y cría pocas crías a la vez. Esta característica hace que cada nacimiento sea valioso y explica por qué la disminución del número es difícil de compensar cuando los hábitats desaparecen.
